Podríamos considerar el cuerpo como un espacio delimitado, donde la identidad se materializa en la corporalidad y en las acciones, y de esta manera nos configuramos en comunidad con otros.

Observando la creatividad y sabiduría de los sistemas naturales simbiontes, aquellos diálogos discretos en los que se basa la vida, he ido formando un vínculo desde lo íntimo de ser mujer, aprendiendo cómo la determinación estructural del cuerpo trasciende; es el ser el que acoge al espacio.