Xtravaganza
Entrevista a Isaac Flores por Elizabeth Cadena
En su corta y creciente carrera, Isaac ha decidido explorar y documentar la escena underground de Barcelona, aquella vinculada con la cultura punk y queer que resuena en su propia identidad.
Portada del libro Barcelona se muere de Isaac Flores, 2018
Esta es la primera foto que hice aquella noche. Sale mi amiga Virginia, una chica transexual. Estábamos de fiesta, afuera había un contenedor de basura y un colchón en el que empezó a saltar… se tiró al colchón, saqué la foto y quedó como portada de mi libro. Cuando la vi dije guau, a partir de aquí yo puedo hacer algo.
Así nos habla Isaac de la espontaneidad que caracteriza su trabajo, y del momento en que supo que con su fotografía podía hacer más de lo que la industria de la moda le había permitido. Ahora, su libro Barcelona se muere (2018) es una publicación independiente que se puede conseguir desde la página del artista.
Elizabeth Cadena: Me has platicado de algunos elementos importantes en tu fotografía. Por un lado, está la parte de relacionarte con la gente, de involucrar al individuo y su personalidad. Por otro, también está la parte del instante, lo espontáneo: un momento único. ¿Qué otros elementos son importantes tu trabajo?
Isaac Flores: Gran parte de mi fotografía es fruto de la casualidad, del destino: porque me he cruzado con cierta persona en un momento particular o porque forma parte mi vida. Por ejemplo, estuve cubriendo dos temporadas en Razzmatazz, una discoteca de las drag queens de RuPaul’s Drag Race que hacen el world tour ahí, a través de la fotografía las he podido llegar a conocer. Al final, la foto te lleva a conocer gente que de otra forma nunca conocerías, porque hacer foto es algo que va más allá de la privacidad. Que tú te expongas a desnudarte delante de alguien que no conoces, ya es una conexión que de otra manera sería un poco más difícil.
La fotografía es el medio que nos introduce a una persona de una manera más fuerte.
Bob The Drag Queen, 2017
EC: A partir de eso, ¿qué importancia tiene para ti que tu fotografía salga de Barcelona? Porque tu proyecto principal tiene su base aquí en Barcelona. ¿Por qué ese interés en permanecer en la ciudad, qué cara de la ciudad estás tratando de mostrar?
IT: Cuando eres artista, fotógrafo, pintor o músico, siempre te dicen que tienes que ir a Londres, a Nueva York, a no sé dónde. Vale, nos vamos todos a un sitio, ¿y luego aquí quién hace algo?
Es bueno reivindicar y potenciar tu propio lugar.
Siempre he creído que si le puedo sacar partido y estoy a gusto con el sitio en el que vivo, ¿por qué no elevarlo? Yo creo que Barcelona tiene una buena base y mucho arte.
EC: Y pensando en este contexto que planteas, cuéntame un poco más de tu proyecto. ¿Cuál es el “detrás de cámaras” de Barcelona se muere?
IF: No sé si llamarlo “mi proyecto”, es más bien mi obra, porque al final todo es monotemático; aunque a veces te sales un poco de la línea, porque también te lo pide el cuerpo. Al final yo me he rodeado de artistas desde que empecé a salir; lo que pasa es que no presté atención porque lo que te dice la sociedad es que tampoco interesa eso; interesa más la modelo.
Estrella Xtravaganza, 2019
No pienso dedicar más tiempo a algo que ni me da dinero ni me hace feliz, se lo dedico a mi gente, a mi comunidad
Dedico mi tiempo a algo que no está en el foco, a lo que la gente no presta atención o no le interesa. Veo mi trabajo como documentación. También tiene una parte artística porque me encanta la foto en estudio y planificar algo para una sesión. Mi trabajo consiste en documentar mi entorno y en retratar a una colectividad en Barcelona que no ha sido vista tanto.
Pepe y Virginia, 2019
EC: Y ¿cómo piensas los contextos de tu fotografía? Veo que en tus imágenes aparecen espacios íntimos y otros más públicos. Entonces, ¿cómo decides cuando tus retratadxs aparecen en uno u otro? Y en relación a lo técnico: ¿cómo se vincula con tus contenidos?
IF: Al final esto es como la vida. Ahora tengo un estudio, pero al principio no. Hacía fotos en la calle. Luego empecé a hacer fotos en fiestas con mi cámara automática, mientras alguna drag queen actuaba o algún amigo pasaba. Me iba a la periferia, a naves industriales, a polígonos, sitios parecidos a un estudio, donde hubiera un poco de calma. Hay algunas fotos que están hechas en Barcelona a pie de calle. Hay una que tengo de una trabajadora sexual en una manifestación aquí en Las Ramblas y también tengo una de la Familia Woolman, un colectivo drag y activista de Barcelona, manifestándose en medio de la calle con máscaras. Al final depende del momento de mi vida.
Yo empecé con la fotografía digital. La analógica me gusta para la noche porque cuando está revelada no tienes que manipular ni nada. Es el momento, y ese instante me gusta mucho. Me gusta el grano de la foto analógica, la sobreexposición. Y que la gente, al final, se ve diferente en un formato u otro. La digital es más elaborada, para mí es como el laboratorio de ahora: te encierras en tu cuarto con el ordenador y empiezas a tocar la luz y tal. Yo básicamente toco luz, color, brillo, contraste. Apenas uso Photoshop. Cuando hacía moda a lo mejor me tiraba tres horas para retocar la piel, licuar el cuerpo, porque eso es lo que te piden. Pero ahora no. Como sale, salió. Todos tenemos marca de expresiones, todos podemos tener algún grano, no pasa nada. Y si se ve un pliegue pues es lo que hay. Es que somos humanos.
EC: Y luego de abordar aspectos más formales de tu foto, hablemos de los temas. Pienso específicamente en la cuestión de la identidad. ¿Cómo representas la identidad de estos personajes que aparecen en tus fotos?
IF: No sé por qué, pero veo gente y digo “guau, le tengo que hacer una foto”. Hay algo en ellos, a lo mejor puro y nato que hace que tenga ganas de fotografiarlos.
Soy bastante platónico para fotografiar a la gente.
Abelarda, 2018
Siempre intento reflejar a la persona, aunque sé que quizás se vaya a ver “fea” o que no le vaya a gustar porque no está divina, pero sé que dentro de unos años se verá reflejadx en esa fotografía. Para mí es más importante (es un poco cursi) sacar el alma de la persona. En el estudio tiene que pasar un tiempo para que esa persona se relaje, se olvide de la cámara y se muestre tal como es, como en una radiografía.
EC: Ya has hablado un poco de tu idea del cuerpo no idealizado, del cuerpo que es digno con todos sus “defectos”. Y en los términos platónicos que describes ¿qué lugar ocupa el cuerpo en tu trabajo?
IF: Para mí el cuerpo pasa a un segundo plano en mi fotografía. Lo que más me gusta es la cara, sus expresiones, miradas y maquillajes. Porque al cuerpo lo pueden convertir en prototipo, pero nuestra cara tiene algo que nos diferencia de todo el mundo y que se queda grabado en la mente.
La cara es el pilar de la fotografía.
Fermín, 2019
Cada periodo histórico apela a un canon, pero si no encajas en él no significa que no valgas, hay un abanico de cuerpos posibles. Al final es un negocio, cuando estudias historia te preguntas “¿por qué antes la piel blanca estaba bien vista?” Si tenías la piel morena es porque estabas trabajando en el campo, no metido en un palacio. En África la gente se está jodiendo la piel blanqueándose y aquí la gente se va unas horas a la playa para ponerse morena. Al final nos meten algo que no queremos porque es un negocio.
EC: Veo que tu mirada busca subvertir o transgredir lo que viviste trabajando en la industria de la moda. ¿Qué implica para ti que los rostros que aparecen en tus fotos muestren una escena menos visible?
IF: Yo en la comunidad queer me he encontrado en casa, porque hay gente que se cuestiona cosas establecidas, gente creativa y abierta. Para mí el ambiente gay es predominante tóxico, machista y homofóbico. Claro, unx no nace y sabe qué es lo queer. Un movimiento queer es parecido al de la Plataforma de Apoyo al Colectivo LGTB+ (PAC LGTB+), que decidió no querer pasar por cierto filtro para ser aceptadxs: “yo soy y ya está.”
Lo queer es como un movimiento de contracultura, lo que nos han impuesto socialmente no nos sirve a todo el mundo y para sentirnos aceptadxs no hay por qué seguirlo. Mi compromiso es total con la comunidad queer porque me siento identificado.
Narciso-Guille, 2019
Yo soy como soy, no me tengo que amoldar a nadie.
EC: ¿Cómo ha influido en tu obra, tu pertenencia y trabajo con la comunidad queer en Barcelona?
IF: La comunidad queer de aquí es muy amplia, no conozco a todo el mundo y tampoco soy el portador del fuego, pero sí que es verdad que he sentido una evaluación muy positiva. La gente está abierta a colaborar porque no hay dinero de por medio; nosotros lo estamos haciendo por amor al arte.
Al final lo hacemos para pasarla bien y yo creo que es la clave. Hay un punto en el que asumimos que no vamos a sacar provecho de esto, pero vamos a hacer algo guay, vamos a experimentar. A todos nos nace de dentro esa autodeterminación a expresarnos y a que la gente nos escuche.
Abelarda Ocaña, 2018
De Barcelona, de mi comunidad, estoy muy contento, pero a nivel nacional te encuentras muchas trabas. No hay revistas dónde publicar, por ejemplo. No hay medios para crecer o para dedicarse enteramente a ser artista. Entonces, como le pasa a mucha gente, hay que buscar otras alternativas para comer. Tienes por un lado tu arte, que es un trabajo, aunque no te de una remuneración económica. Luego está el trabajo con el que comes.
EC: Pensando en el contexto fotográfico de Barcelona, ¿en qué circuito se mueve tu obra? ¿Hay más fotógrafos trabajando temas en común?
IF: Fotógrafos y fotógrafas hay. Y sí que hay gente que trabaja la misma temática que yo. Lo que pasa es que no me puedo comparar con nadie ni meterme en un cajón. Lo que hago es personal, no para juntarme con un colectivo de fotógrafos o estar al pendiente de lo que hacen otros. Hago mis fotos y luego estoy a mi bola.
La vida del fotógrafo es un poco solitaria. Soy un lobo solitario.
No he hecho ninguna colaboración con nadie del mundo de la fotografía, de momento. No es que me cierre, es que tampoco ha surgido, ni me veo haciéndolo por hacerlo. Colaboro con bastantes artistas no tan en el mundo de la fotografía, pero sí del de video, también en revistas.
EC: Actualmente vivimos en un mar de imágenes que creamos a cada minuto. Dentro de este contexto y como fotógrafo, ¿cuál es tu postura ante la relación creación, tiempo, y necesidad?
Rubén, 2017
IF: Me encanta que me lo preguntes porque hace un par de años vino Jessica Lange, se enamoró de un fotógrafo español y estuvo un tiempo aquí en España haciendo fotografía. Entonces vino a la Santa Mónica, un museo de Las Ramblas. Me compré el libro y me lo firmó. Al día siguiente era la mesa redonda. Le pregunté qué opinaba de las selfies y de la fotografía instantánea y si pensaba que había corrompido el mundo de la fotografía. Lo que dijo me caló muy hondo: las nuevas generaciones tenemos que empezar a mirar atrás y no usar la fotografía como algo banal.
¿Es verdad que el mundo necesita saber que estás comprando en el supermercado? No hace falta despertarte y hacerte mil selfies. Es que es una cultura rápida donde todo es rápido: la comida rápida, la ropa rápida, la fotografía rápida.
Hay que volver a hacer las cosas con un propósito.
No tiene que ser ni político ni estético, pero sí con un poco de sentido común. Porque es verdad que sobreexponerse no lo tiene. La vida de nadie es tan interesante como para estar todo el día con el móvil o la cámara pegadas. Yo no estoy con la cámara colgando siempre. Creo que es una moda y como todo, pasa. Y no estoy en contra, porque es práctico.
EC: Al final, tu fotografía documenta de otras maneras, hace visible otras urgencias de ciertas comunidades afectivas. Para cerrar esta conversación me gustaría preguntarte ¿qué imagen se te ha quedado grabada de estos últimos días?
IF: Te puedo decir una imagen clavada en mi retina, pero no es de los últimos siete días. Hace un par de semanas vi una fotografía en la portada de una revista: un chico transexual tumbado en el césped, sonriendo y con los brazos apoyados en la cabeza. Se le veían las cicatrices de la mastectomía. Me apareció en el feed de Instagram de golpe y me encantó. Es la última imagen que tengo en mi mente que me dijera guau. Y era el chico en jeans tumbado en el césped, pero al final habla más que todo lo glamoroso y producido. Yo retrato a gente que se produce un montón, pero siempre que puedo empiezo a quitar.
La piel es lo que habla de verdad.
Me quedo con una naturalidad no forzada. Tú puedes llevar maquillaje, peluca y tal, pero si asumes una naturalidad en la forma de llevarlo, pues olé.
Samantha Hudson, 2019
Cuando uno se cruza con un autorretrato de Isaac Flores (Barcelona, 1994) —lo que no es habitual pues prefiere fotografiar a los demás que a sí mismo—, podrías situarlo en cualquier gran fiesta de una emergente ciudad de Europa del Este. Pero no. Lo cierto es que vive y trabaja en la cálida Barcelona, retratando lo que sucede durante una noche en las citas lúdicas más gamberras.