Lo arqueológico
y lo forense
Entrevista a Humberto Ríos por Marcela Barreto
¿Con qué alegorías o elementos simbólicos materializas lo etéreo en tus imágenes?
Busco que mi trabajo tienda hacia la abstracción porque me brinda la oportunidad de sintetizar la realidad en una clase de signo. Esos signos permiten optimizar la lectura simbólica de las realidades que voy descubriendo, los
lugares que fotografío.
Mis imágenes están compuestas por silencios, sin barroquismos ni excentricidades. Me considero un fotógrafo que parte de lo documental y la objetividad, pese a que pueda haber una carga emocional, metafórica y por
tanto poética en mi trabajo.
Procuro retratar los lugares tal como los encontré, un tipo de evidencia que encuentra un arqueólogo o un forense.
De la serie Yacer, 2015-2017. Fotografía digital
Estoy interesado en el transcurrir del tiempo y lo que queda de la memoria colectiva en el espacio público. En Lo infraordinario, Georges Perec habla del lugar como una especie de estudio antropológico de lo que somos y a través del cual podemos entender nuestras prácticas colectivas, qué es lo que hacemos y cómo nos comportamos.
He encontrado gran inspiración en la pintura de Rothko, Wade Guyton y Sergej Jensen. Para mí la fotografía es materia. La ambigüedad que tienen mis imágenes parte de las ideas que he leído de Mario Perniola, donde habla del enigma como una constante entre lo visible y lo oculto, una tensión latente.
Te interesa el silencio en tu obra, ¿por qué?
Sí. He estado analizando un texto de Luis Villoro y Rafael Argullol, donde hablan del silencio y la poética. El silencio es la antítesis del lenguaje y te permite decir las cosas de una manera más emocional, se vuelve una especie de abstracción de lo que vemos. Genera una idea enigmática porque no lo puedes describir pero sí intuir. El silencio, la abstracción, el color son formas de un símbolo que denota la narrativa en las imágenes.
La oscuridad es un elemento poético para hablar de la realidad. Aún no se ha trabajado lo suficiente con la presencia de las sombras en la fotografía.
¿Podemos ubicar tu obra dentro de una estrategia artística de archivo?
Mi interés por trabajar desde el archivo se manifiesta en mis series Documentos forenses, Tránsito, Vestigios, Yacer y Memoria petrificada. Las entiendo como un archivo porque cada serie agrupa entre 30 y 50 imágenes; y aunque cada una se significa por sí sola como conjunto, permiten generar estudios comparativos sobre los temas que investigo. De esta forma abordo y describo visualmente diversas clases sociales. La alfombra donde murió Carlos Fuentes, en mi serie Tránsito, habla de una muerte fastuosa, mientras que la imagen de un pizarrón negro retratado en Cholula, evoca la muerte de un ciudadano anónimo. En mi proyecto Suspendig time, por ejemplo, se puede observar a través de los estudios fotográficos, el lujo o la simplicidad de los escenarios, denotando la pertenencia social de los individuos que los utilizan.
Palacio de Bellas Artes, de la serie Tránsito, México, 2012. Fotografía digital
Si consultamos tu obra dentro de un archivo, ¿en qué sitio ubicas tu producción?
Como artista te clasifican en la historia del arte y la fotografía. De alguna manera así se construye la historia. Me interesa que en un futuro se piense en mi trabajo más allá de ciertos géneros artísticos asociados a un
documentalismo o corriente artística.
El tránsito de imágenes es un proceso lento; que una imagen permanezca en el imaginario colectivo se debe a múltiples factores, a veces se da por medio de un proceso político y en algunos casos a un
determinado tipo de memoria histórica impuesta. Considero al archivo como un formato de trabajo importante porque permite desde su complejidad, que en un futuro se comprendan ciertos fenómenos a profundidad.
¿Cómo es tu proceso para idear y producir un nuevo proyecto? ¿Cómo se interrelacionan tus series?
Mis series se entrecruzan de forma orgánica y responden a un imaginario personal que he ido desarrollando. Cuando trabajé fotografiando museos, los pensaba metafóricamente como velatorios o cementerios. Al visitar las funerarias
ocurría lo contrario, los miraba con una carga aurática por su iluminación que recuerda más a las características del museo: espacios intocables e impenetrables.
Dedico entre dos y cuatro años para cada una de mis series. Años previos de
recolección de información que voy archivando las anteceden y me sirven para decidir su viabilidad. En Tránsito, por ejemplo, hice una investigación profunda de la relación entre fotografía y muerte. Al concluirla, consideré que hacía falta
fotografiar espacios relacionados con la permanencia, así que en Suspending time abordo esta idea.
Mi trabajo tiene como columna vertebral las ideas de lo transitorio, lo efímero, el silencio, la poética y la muerte.
¿Podrías decir que la serie Suspending Time es una revisión contemporánea de la iconografía de estudios fotográficos en México?
Totalmente. Suspending Time parte del proyecto anterior Tránsito, el cual estaba muy influenciado por el género asociado a angelitos muertos. Entonces tenía en mente a esos escenarios y su atrezzo, a su simbolismo influenciado por
la iconografía pictórica y a las representaciones aspiracionales de los sujetos retratados. Estaba en búsqueda de un lugar en el que la gente busca trascender en el tiempo, el estudio fotográfico fue entonces mi tema a tratar.
La
fotografía de estudio buscó que trascendiéramos de cierta manera en el tiempo mediante la construcción del ser. Decidí recorrer el país fotografiando estudios que todavía sobreviven y su deterioro. El eje principal de este trabajo, enfatiza al
espacio más metafórico del estudio fotográfico: los escenarios.
El reto para el fotógrafo es trabajar de forma lineal, conectar sus series sin repetirse.
Silao, de la serie Suspending Time, México, 2016. Fotografía digital
Me centré en la investigación teórica del telón como una metamímesis del sujeto, como elemento que se ubica en un espacio entre lo sagrado y lo político, lo público y lo privado.
Algunos de estos escenarios son reverenciales y otros muy sintéticos, pero ambos hablan sobre cómo los sujetos desean inmortalizarse. El estudio permitió que nos miráramos unos a otros y ascendiéramos socialmente al momento de poder existir ante la cámara. Al igual que las demás, esta serie tiene que ver con lo escenográfico.
Al trabajar en un contexto hostil durante tu serie Tránsito, ¿a qué problemáticas te enfrentaste al estar dentro de velatorios?
Fue un proceso muy fuerte hasta que entendí que tenía sentido hacerlo. Permitía a otros sensibilizarse con otra idea de la muerte en México, diferente a las que permanecen. La serie surgió con la intención de contrarrestar la nota roja en el país. Antes que pensar en el sensacionalismo, deberíamos de pensar en la memoria y el valor del cuerpo, intentar comprender qué sucede actualmente con toda esta muerte y violencia desmesurada.
¿Qué hago fotografiando la muerte de otros?
Ciudad de Guadalupe, de la serie Tránsito, Zacatecas, México, 2012. Fotografía digital
No importa a quién se está velando. Pobres o ricos todos dejamos de existir. Intentaba construir una memoria sobre la existencia efímera.
¿Podrías ubicar a tu serie Documentos forenses dentro del género de la nota roja?
No del todo, es un asunto más complejo. Es una operación que no tiene que ver con lo que estamos acostumbrados a ver en la nota roja.
Con esta serie busco reflexionar sobre cómo la violencia se asocia a una ruina
arqueológica a través del tiempo. Dan cuenta de ello los estudios de 1917 de Manuel Gamio, y de Saburo Sugiyama en 2004. Teotihuacán y algunas de sus zonas en particular han estado ligadas a la decapitación, el desmembramiento y otros rituales
que contribuyen a su construcción simbólica como ciudad. Los casos de muerte más contemporáneos de los últimos 30 o 50 años, los interpreto aquí como un tributo que los dioses cobran para mantener viva a esa ciudad, adoptando la mirada de un
viajero del siglo XXI que descubre otra capa acerca de un paraíso en apariencia idílico.
Deceso no. 7, Rayo. Plaza del Sol, de la serie Documentos forense, Teotihuacán. Estado de México, 2013. Fotografía digital
¿Cuál es tu próximo proyecto?
Memoria petrificada es un recorrido por palacios municipales y de gobierno en México, sitios muy complejos y obsoletos en sus funciones. En nuestro país ya no creemos en estos lugares como instituciones de poder y han pasado a
representar las muertes contemporáneas que ocurren a causa de la violencia administrada por el Estado.
Estos lugares son un ejemplo de cómo México se encuentra disuelto en sus propios vestigios y ruinas. Considero que en un futuro, mi
trabajo se entenderá como un gran documental que abarque diversos espacios de representación de este país.
Palacio, de la serie Memoria petrificada, Ozumba. Estado de México, 2017. Fotografía digital
Escenario político, de la serie Memoria petrificada, Puerto de Veracruz, México, 2017. Fotografía digital
¿De qué manera esos palacios se convierten en una fuente de desechos humanos?
En esta serie fotográfica que representa al país como ruina, ¿cómo asocias el uso del color, que pudiera recordar al cliché del México colorido y folclórico, con el carácter decadente en el que vivimos actualmente?
Esta serie se compone de capítulos. Uno está dedicado a los proyectos inconclusos que desde un inicio adquieren la dimensión de ruinas. Por otro lado, se encuentra esta especie de museización del México nacionalista que busca a
través de los palacios de gobierno, construir una identidad nacional.
He investigado alegorías de México construidas desde el siglo XIX. Si tú vas a algún palacio de gobierno, encuentras murales. En Palacio Nacional está Epopeya del
pueblo mexicano de Diego Rivera. En todos los casos se intenta construir un nacionalismo épico. Por esto, también estoy investigando de qué manera la arquitectura genera un nacionalismo a través del color y la forma.
Hablas de Memoria petrificada aludiendo a la práctica de llevar a cabo un protocolo. ¿Cómo relacionas a ese conjunto de reglas con la noción de olvido y a procesos relacionados con lo inconcluso?
Entiendo al protocolo como un mecanismo para construir una ideología sobre la política. Ese conjunto de normativas se manifiesta desde lo arquitectónico o bien, desde los eventos escenográficos o teatrales de la política.
El protocolo busca convencer a la gente. Se hacen visibles durante una rueda de prensa o inauguración, pero otros permanecen ocultos.
En su Crítica de la pirámide, Octavio Paz reflexiona en torno a la figura del jerarca y su dimensión cíclica cuyo origen se remonta a nuestro pasado precolombino. Habla de un poder que no es personalista. Al final mi serie Memoria petrificada, contiene ecos de lo que he venido investigado: la muerte y su relación con la memoria, lo arqueológico en su devenir con el pasado y el presente.
Presidencia Municipal, de la serie Memoria petrificada, Huamantla, Tlaxcala, 2017. Fotografía digital
Humberto Ríos
Ciudad de México, 1983
Vive y trabaja en Ciudad de México
Estudió la maestría en Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, con la que obtuvo mención honorífica. Cursó el Seminario de Fotografía Contemporánea 2006 en el Centro de la Imagen. Fue nominado al Premio de
Fotografía Latinoamericana Purificación García en Zona Maco 2016. Obtuvo el Premio del XXXI Encuentro Nacional de Arte Joven INBA-ICA, una mención honorífica en la II Feria Internacional de Libros de Artista 2011 del Centro de la Imagen y la beca
Jóvenes Creadores del Fonca, en dos ocasiones (2011-12; 2009-10). Fue seleccionado en Trasatlántica PhotoEspaña 2012.
humbertoriosrodriguez.com
Marcela Barreto
Guadalajara, Jalisco, 1988
Vive y trabaja en Ciudad de México
Estudió Cultura y Arte de la Universidad de Guanajuato. Ha trabajado en archivos y colecciones particulares dedicadas a la fotografía mexicana del siglo XIX y XX. Ha publicado artículos en revistas especializadas, impartido ponencias sobre
fotografía y cine, y participado en coloquios y seminarios relacionados con historia del arte, artes visuales, historia y catalogación de acervos documentales. Actualmente realiza curadurías e investigación de forma independiente.