Desaprender del animal
Por Andrea Carrillo Iglesias
La neo-colonización turística
Durante más de 54 años las empresas estadounidenses NORRA (The National Off-Road Racing Association) y SCORE International han convertido a la península de Baja California en una enorme pista de carreras off-road. Una de las más reconocidas en el mundo es la famosa carrera Baja 1000, en la cual se recorre la península de punta a punta, de Tijuana a la Paz o de Ensenada a los Cabos. Aproximadamente, 1600 kilómetros de recorrido en medio del desierto, lo que equivale a 1,000 millas, de ahí su nombre. Durante más de 16 horas continuas, una multitud de “hombres-máquina” recorren inhóspitos territorios en condiciones extremas. Una épica batalla a toda velocidad entre el humano “cyborgeado” y la naturaleza.
La Baja 1000 atraviesa importantes áreas naturales e incluso protegidas como el Valle de los Cirios, por lo que una carrera así estaría prohibida en Estados Unidos. El cambio anual de rutas, entre otras cosas, genera una considerable degradación ambiental por la compactación y la erosión del suelo, así como la destrucción de la flora y fauna. Por ello, desde el 2018 cuando por primera vez pidieron el permiso a la Semarnat, esta se los negó. Aun sin permiso, la carrera se sigue llevando a cabo, incluso, con el apoyo logístico de las autoridades del estado.
El neocolonialismo se expresa en la manera que estas empresas estadounidenses explotan los recursos naturales y el territorio de la península, operando por encima de la ley y perpetuando la subordinada actitud estatal mexicana que vela por los intereses económicos y políticos de estas empresas sobre su población y territorio. Pero la condición neocolonial no es siempre visible; en muchas ocasiones está completamente interiorizada y, por lo mismo, estos procesos de poder y extracción, se invisibilizan. Como afirma Martínez Zazueta (2018), el propio nombre de la carrera y la errónea manera de llamarle a Baja California, simplemente “Baja”, es un ejemplo de esto.
El propio nombre de la carrera es símbolo de esta ideología supremacista. Aunque la competencia se desarrolla en la Península, su nombre no es “Baja California 1000”, sino simplemente “Baja 1000”, eliminando la palabra “California” del mismo. Esto no es algo que parezca extraordinario. Antes de la guerra México-EU de 1847 y del Tratado Guadalupe-Hidalgo, lo que hoy es la California estadounidense tenía el nombre de la “Alta California”, en contraposición a la parte sur o “Baja California”. Ambas partes formaban la gran región conocida como “California”. Al despojar a México de dicho territorio, los estadounidenses también se apropiaron del nombre, llamándolo simplemente “California”, de la misma forma como en ocasiones se hacen llamar simplemente “América”. Tanto en el lenguaje común estadounidense, como en las carreras off-road, a Baja California se le conoce simplemente como “Baja”.
En esa lógica, la Baja 1000 y otras actividades neo-colonizadoras se inscriben en una especie de Doctrina Monroe regional, en la que se pasa del “América para los americanos” al “California para los californianos”. En esta doctrina, a las y los bajacalifornianos no sólo nos expropian de nuestras riquezas, sino también del nombre, de ser también californios. Para ellos somos simplemente la “Baja”. En la forma de nombrarnos está implícito el despojo y la inferioridad.
— Iván Martínez Zazueta, Baja 1000: neocolonización turística todo terreno
La neo-colonización turística
Durante más de 54 años las empresas estadounidenses NORRA (The National Off-Road Racing Association) y SCORE International han convertido a la península de Baja California en una enorme pista de carreras off-road. Una de las más reconocidas en el mundo es la famosa carrera Baja 1000, en la cual se recorre la península de punta a punta, de Tijuana a la Paz o de Ensenada a los Cabos. Aproximadamente, 1600 kilómetros de recorrido en medio del desierto, lo que equivale a 1,000 millas, de ahí su nombre. Durante más de 16 horas continuas, una multitud de “hombres-máquina” recorren inhóspitos territorios en condiciones extremas. Una épica batalla a toda velocidad entre el humano “cyborgeado” y la naturaleza.
La Baja 1000 atraviesa importantes áreas naturales e incluso protegidas como el Valle de los Cirios, por lo que una carrera así estaría prohibida en Estados Unidos. El cambio anual de rutas, entre otras cosas, genera una considerable degradación ambiental por la compactación y la erosión del suelo, así como la destrucción de la flora y fauna. Por ello, desde el 2018 cuando por primera vez pidieron el permiso a la Semarnat, esta se los negó. Aun sin permiso, la carrera se sigue llevando a cabo, incluso, con el apoyo logístico de las autoridades del estado.
El neocolonialismo se expresa en la manera que estas empresas estadounidenses explotan los recursos naturales y el territorio de la península, operando por encima de la ley y perpetuando la subordinada actitud estatal mexicana que vela por los intereses económicos y políticos de estas empresas sobre su población y territorio. Pero la condición neocolonial no es siempre visible; en muchas ocasiones está completamente interiorizada y, por lo mismo, estos procesos de poder y extracción, se invisibilizan. Como afirma Martínez Zazueta (2018), el propio nombre de la carrera y la errónea manera de llamarle a Baja California, simplemente “Baja”, es un ejemplo de esto.
El propio nombre de la carrera es símbolo de esta ideología supremacista. Aunque la competencia se desarrolla en la Península, su nombre no es “Baja California 1000”, sino simplemente “Baja 1000”, eliminando la palabra “California” del mismo. Esto no es algo que parezca extraordinario. Antes de la guerra México-EU de 1847 y del Tratado Guadalupe-Hidalgo, lo que hoy es la California estadounidense tenía el nombre de la “Alta California”, en contraposición a la parte sur o “Baja California”. Ambas partes formaban la gran región conocida como “California”. Al despojar a México de dicho territorio, los estadounidenses también se apropiaron del nombre, llamándolo simplemente “California”, de la misma forma como en ocasiones se hacen llamar simplemente “América”. Tanto en el lenguaje común estadounidense, como en las carreras off-road, a Baja California se le conoce simplemente como “Baja”.
En esa lógica, la Baja 1000 y otras actividades neo-colonizadoras se inscriben en una especie de Doctrina Monroe regional, en la que se pasa del “América para los americanos” al “California para los californianos”. En esta doctrina, a las y los bajacalifornianos no sólo nos expropian de nuestras riquezas, sino también del nombre, de ser también californios. Para ellos somos simplemente la “Baja”. En la forma de nombrarnos está implícito el despojo y la inferioridad.
— Iván Martínez Zazueta, Baja 1000: neocolonización turística todo terreno
Andrea Carrillo Iglesias (Ciudad de México, 1986)
Artista visual y diseñadora gráfica. Su trabajo combina prácticas de investigación y producción artística explorando la relación entre imagen, poder y conocimiento, así como sus efectos en las formas en la que nuestra realidad es social y estéticamente producida. Su obra fluctúa entre imagen en movimiento, instalaciones inmersivas y performance.