Una trilogía de cuevas. Entrevista con Naomi Rincón Gallardo
Por Andrea Ancira
Una trilogía de cuevas es un conjunto de piezas de la artista Naomi Rincón Gallardo que se conforma por El viaje de formol (2017), Sangre pesada (2018) y Resiliencia tlacuache (2019). En conversación con Andrea Ancira, Rincón Gallardo explica conceptos relacionados con su obra y con algunos de los personajes “animales” irradiados en ella.
Fabiola Torres-Alzaga, Documentación de El Viaje de Formol de Naomi Rincón Gallardo, 2017.
Andrea Ancira (AA): Al observar tus obras, puedo encontrar fabulaciones mítico-políticas que conducen a mundos donde criaturas humanas, inhumanas y cósmicas se relacionan entre sí. Pienso, por ejemplo, en Una trilogía de cuevas. ¿Cuáles son algunos de los motivos literarios, históricos, filosóficos y estéticos que nutren la imaginación de estos mundos? ¿Qué utopías trazan estas afinidades y cómo toman cuerpo en las comunidades que cada proyecto toca?
Naomi Rincón Gallardo (NRG): Uno de mis propósitos con Una trilogía de cuevas fue materializar de manera artificiosa (infra)mundos cuir/descoloniales orientados por el deseo de abordar la resiliencia, la rebeldía y el cuidado de mujeres en defensa de la vida amenazada por el extractivismo transnacional, la violencia heteropatriarcal y el despojo territorial. Los trabajos que conforman la trilogía rechazan la gramática de la violencia y renuncian a cualquier pretensión de objetividad y, en cambio, ofrecen mundos exuberantes artesanales, un surrealismo político poblado por una tropa de fantasmas, monstruos y criaturas humanas e inhumanas que desafían sistemas de clasificación binaria.
Fabiola Torres-Alzaga, Documentación de El Viaje de Formol de Naomi Rincón Gallardo, 2017.
Aunque los tres trabajos tienen una existencia autónoma, me atrevo a llamarlos trilogía por los elementos comunes que comparten: el pasaje transformativo por una cueva, la presencia de un animal espíritu que guía la narrativa y la potencia de la colectividad en clave feminista. Los motivos y materiales que nutren los trabajos son múltiples y desjerarquizados. Converso con agentes diversos relacionados mediante los temas que hilo durante el proceso. Mi trabajo trata de hacer un cruce donde convergen y se interaniman herencias de los feminismos antirracistas (el llamado feminismo de las mujeres de color) y los feminismos descoloniales del Abya Yala,1 la teoría cuir de color y las espistemologías del sur en clave feminista; al mismo tiempo, cada uno de los proyectos enmarca encuentros con diferentes coconspiradores.
Claudia Lopez Terroso, Documentación de El Viaje de Formol de Naomi Rincón Gallardo, 2017.
(AA): Ahora pienso en la noción de entronque patriarcal elaborada por los feminismos comunitarios.2 Feministas como la pensadora maya-xinca Lorena Cabnal, plantean pensar desde la curiosidad y la sospecha los efectos del entronque patriarcal en la construcción de heterorrealidades cosmogónicas y epistemes originarias. Has mencionado que tu trabajo se nutre de “epistemes mesoamericanas”, ¿qué retomas de éstas? Háblanos sobre las características de los seres míticos-guía en tu obra y cómo estos últimos no corresponden con un imaginario binario y heteropatriarcal sino con uno no-identitario y de diferencias relacionales.
Angélica Canales, Bárbara Lázara en documentación de Sangre Pesada de Naomi Rincón Gallardo, 2018.
(NRG): Las epistemes mesoamericanas son de mi interés en tanto amplían la posibilidad de pensar la pluriversalidad desde su politicidad y espiritualidad para organizar la vida. El zapatismo ha provisto de un horizonte múltiple y no-identitario, pero con firmes raíces en ontologías y epistemes mesoamericanas. Dicho horizonte es liberador respecto a formas de entender lo originario como tradición inamovible, pues en nombre de las tradiciones se pueden mantener prácticas de castigo, sometimiento o expulsión de la diferencia como resultado del entronque patriarcal.3 Más que tratar de descifrar un sistema sexo-género ancestral precolonial idealizado libre de las dinámicas de dominio y control patriarcal sobre las mujeres, lxs sujetos cuir y las infancias; me interesa iluminar repertorios, epistemes y prácticas que apuestan por formas de relacionalidad recíproca e interdependiente entre personas y otros seres inhumanos, que fomentan la simultaneidad de formas múltiples de pensar, sentir, gozar, vincularse, habitar el tiempo, sanar, organizarse colectivamente, de habitar el planeta, más allá del modelo de modernidad heteropatriarcal colonial y capitalista de cuyo colapso somos testigos, rehenes y partícipes.
Angélica Canales, Documentación de Sangre Pesada de Naomi Rincón Gallardo, 2018.
Entre otros, Una Trilogía de Cuevas le debe al pensamiento feminista descolonial de Sylvia Marcos la centralidad del sujeto político femenino que emergió con el movimiento zapatista en la lucha contra el heteropatriarcado y el capitalismo racial y extractivista; la noción del “dispositivo perceptual mesoamericano” que alude a conocimientos y prácticas que han sobrevivido la violencia colonial; y por último, su estudio sobre la fluidez de género en Mesoamérica ha informado acerca de mi lectura cuir de figuras y deidades mesoamericanas que pueblan el trabajo.4 El ajolote, el colibrí y el tlacuache, animales-guía en Una Trilogía de Cuevas, despliegan una densa trama mítica, narrativa, científica y literaria.
Claudia López Terroso, Documentación de Resiliencia Tlacuache de Naomi Rincón Gallardo, 2020.
En la narración especulativa de El viaje de formol en su versión performática, un ajolote en formol, es decir, en un estado fantasmal o no del todo muerto, cuenta cómo fue trasladado a Europa por Alexander Von Humboldt en su expedición por el Continente Americano. Al finalizar la expedición, el viajero europeo se encuentra con Thomas Jefferson para “compartir” sus hallazgos, alimentando el fervor imperialista del norteamericano por el Destino Manifiesto. Humboldt abduce al ajolote de su entorno nativo, donde es conocido como deidad que huye del sacrificio y el cual, tras convertirse en agave y en maíz se hunde en el lago lodoso. El ajolote también era considerado manjar afrodisíaco y criatura sagrada inmortal. Otros aspectos del ajolote que se filtran en la narración son su capacidad neoténica de resistir a las etapas adultas de maduración y de autosanación y regeneración después del daño. El viaje de formol hace, precisamente, un viaje transtemporal donde se entrelazan el proyecto moderno colonial de producción de conocimiento científico decimonónico con la apropiación por despojo de culturas, cuerpos y territorios desde los tiempos coloniales hasta nuestra era de megaproyectos extractivos.
Video Still. Sangre Pesada de Naomi Rincón Gallardo, 2018.
Claudia López Terroso, Documentación de Resiliencia Tlacuache de Naomi Rincón Gallardo, 2020.
En Sangre pesada un colibrí desorientado vuela sobre cerros tóxicos dinamitados por la minería en Vetagrande, Zacatecas. Durante el proceso de investigación para esta pieza, encontré una nota periodística acerca del riesgo de extinción de algunas especies de colibríes en esa zona, pues las detonaciones que trituran el suelo y la toxicidad provocada por la minería devastan los ecosistemas a los que estas aves migran en busca de refugio y alimento. El colibrí es considerado un guerrero muerto en combate en las cosmologías mesoamericanas, asociado con el lado izquierdo, símbolo de la sexualidad y del sacrificio. En Sangre pesada, el colibrí tiene un encuentro íntimo con La dama de los dientes de cobre, figura inspirada en Tlantepuzilama, ogra devoradora que vive en una cueva. Finalmente, este colibrí sobrevuela e instruye a una legión de damas devoradoras que tocan un tamborazo hardcore y bailan una coreografía de autodefensa entre las ruinas del paisaje minero.
Claudia López Terroso, Documentación de Resiliencia Tlacuache de Naomi Rincón Gallardo, 2020.
Resiliencia tlacuache está dedicado a Rosy Dionicio, abogada y activista en la defensa del territorio contra proyectos extractivos. En una conversación, Rosy me contó que en su pueblo a la gente aguantadora la llaman tlacuachitos, dado que los tlacuaches resisten todo tipo de embates, se hacen los muertos y, pasado el peligro, se echan a correr para escapar de su depredador. En los mitos mesoamericanos el tlacuache es considerado una criatura sagrada que roba el fuego para los humanos y les lleva alcohol y regocijo, traza el camino de los ríos y aparece con la aurora. En este trabajo, el tlacuache también se encuentra con otros personajes humanos e inhumanos en un territorio en resistencia contra la minería, para convocar los poderes de la desobediencia y la celebración contra el despojo.
Durante el siglo XVI en el llamado “Nuevo Mundo”, los teólogos debatían si los amerindios deberían ser reconocidos como seres humanos con alma y derechos legales. Los discursos sobre la bestialidad y animalidad de los nativos, la racialización de las poblaciones coloniales y la feminización de las poblaciones indígenas estructuraron el sistema moderno colonial, que definía a los pueblos colonizados aptos solo para la servidumbre, y descritos como inferiores, penetrables y desechables. En Una trilogía de cuevas hago un ejercicio de lo que José Esteban Muñoz llama “desidentificación”, una estrategia performativa desde y en contra de discursos que definen a sujetos colonizados como inhumanos, al tiempo que me sumerjo en fuerzas ambivalentes de transfiguración y animalidad.
AA: Mucho se ha hablado de extractivismo epistémico, apropiación cultural indebida y plusvalía simbólica en el campo artístico, en tensión con la crítica feminista y anticolonial. Entiendo que reconocer y establecer genealogías feministas forma parte del trabajo de producir formas de conocimiento y prácticas artísticas más justas. ¿Cómo abordar las relaciones de dominación y opresión desde la práctica artística, en particular, cómo resuena esta discusión en tu obra? Pienso en el papel que ciertas mujeres racializadas comprometidas en la defensa del territorio y la vida que aparecen en tu trabajo y en las formas de reconocimiento de esta implicación/inspiración/complicidad. ¿Nos puedes compartir cómo vives ese reconocimiento?
NRG: Pienso que un paso importante es deshacerse de baños de inocencia, y en cambio poder reconocer las historias complejas y contradictorias que hacen viable un encuentro entre realidades diferentes. La colonialidad nos precede y nos constituye, pero existe la posibilidad de exceder la subjetividad colonizada. Participamos en ella, pero también resistimos sus dinámicas. La pregunta es ¿cómo podemos cultivar posibilidades para que esos encuentros remodelen los órdenes simbólicos de la colonialidad e inventar modos de estar juntos que transformen nuestras subjetividades? Es un trabajo para la imaginación.
La relacionalidad es riesgosa, viscosa, animosa, y puede tornarse fallida, pero también transformativa. En lo personal prefiero entrar en esta ambivalencia a optar por la parálisis o el silencio. Con mi trabajo anhelo sumarme desde lo simbólico, lo sensible y la fantasía, a la creación de coaliciones de afinidades no identitarias y en diferencia, que puedan hacer resonar y amplificar conversaciones preocupadas con la defensa de la vida y con desmontar la homofobia, al mismo tiempo que busco nutrir vínculos afectivos y trazar horizontes de vida donde el placer, la dignidad, la imaginación y la intimidad sean centrales.
Para mí es importante que los proyectos puedan tener salidas distintas, que intenten reciprocar (tal vez de manera inoportuna) a quienes han atizado las brasas que originan los trabajos. Esas salidas pueden ir desde una canción que circula en un juicio popular contra la minería, hasta un rap que se interpreta el 8 de marzo en una plaza pública, etc. Las tensiones entre diferencias son inescapables pero indispensables para reconocernos como una multitud heterogénea que se rehúsa a aceptar las tendencias neofacistas y heteropatriarcales de desprecio por la vida.
Kathrin Sonntag, Documentación de El Viaje de Formol de Naomi Rincón Gallardo, 2017.
Andrea Ancira (Ciudad de México, 1984)
Es escritora, editora, investigadora y curadora independiente. Su línea de investigación se centra en el papel de prácticas artísticas experimentales en la configuración de
identidades, sensibilidades y discursos sociales críticos. Ha colaborado en publicaciones como La Tempestad, South as a State of Mind, Blog de Crítica, Nexos, Revista Código, Yakonic, Ambulante y Ojarasca. Actualmente trabaja en la Dirección
General de Derechos Humanos de la Suprema Corte de Justicia.
Naomi Rincón Gallardo (1979)
Es artista. Su trabajo audiovisual y performativo fabrica narrativas de deseo y disidiencia frente a procesos contemporáneos de despojo y violencia heteropatriarcal en contextos neo-coloniales a
partir de una perspectiva feminista descolonial y cuir. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
1 Abya Yala es la manera en la que el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas nombró al Continente Americano en 1977. Ver Acción pastoral, C.N, “Acerca del nombre de Abya Yala,” Temas de nuestra América. Revista de Estudios Latinoamericanos, no. 18, (2017). (Nota de la editora).
2 El entronque patriarcal ha logrado visibilizar de manera situada que el patriarcado se ha consolidado en esta región, a veces denominada Abya Yala, a través de alianzas y complicidades entre hombres invasores colonizadores y hombres de pueblos originarios. Ver Julieta Paredes, Hilando fino desde el feminismo comunitario, (México: Cooperativa El Rebozo, 2013).
3 Por ejemplo, como puede ocurrir con sujetos cuir y ciertas formas de expresiones sexo-genéricas disidentes en algunas comunidades de fuerte arraigo tradicional.
4 La artista llama a esta lectura cuir “revisionismo bastardo de mitos mesoamericanos”.